"Y que ojalá volásemos en bandada, siempre, todos. Como todas esas aves que incluso se paran para descansar juntas." Este es el deseo que persiste en mi mente día tras día y sin parar, como esa canción de aquella noche, la cual no pudo ser más perfecta.
Pero la mera realidad es que, por diversas razones, siempre acabamos alejándonos de él. Aprendemos a volar solos, a mantenernos sin nadie a quien seguir.
Y al final, como todo, te acabas dando cuenta de que tampoco es tan malo volar solo pues, al fin y al cabo, es así como más se aprende.
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