miércoles, 2 de octubre de 2013
"Sería bonito creer en los deseos".
"Un día te das cuenta... El tiempo ha pasado y sigues en el mismo lugar de siempre, y todo lo que eso conlleva. Sigues teniéndole miedo a las despedidas y sigues sin saber si existen los finales felices.
Sigues esperando y desesperándote, y aprendiendo a rimar insomnio con nicotina. Las noches se convierten en jaulas y los días te matan sin pedir permiso.
Un día te das cuenta de que estás tan vacío por dentro que, solo de pensarlo, te entra vértigo.
Y es que no has conseguido nada ni nadie que consiga hacerte sonreír como si el mundo no doliese.
Escribes, cierras los ojos, fumas, duermes pocas horas, detienes alarmas y te preguntas "¿por qué?" y "¿hasta cuándo?". ¿Por qué y hasta cuándo de todo? De tu vida o de la muerte... Pero empiezas a pensar que quizás sea lo mismo.
La gente te mira, sonríes y qué sabrán ellos de lo de adentro... Qué sabrán de tus ganas de vomitar todas esas esperanzas que han caducado y que ahora solo te dan dolor de cabeza. Y cómo sabrán que ese brillo de tu mirada no son ilusiones sino lágrimas que nunca aprendiste a derramar. Gritos envasados al vacío, a tu vacío. Y te pones una canción triste y subes el volumen... Quizá piensas: "mañana todo irá mejor". Pero no... Mañana seguiremos aquí, en el mismo lugar de siempre y seremos las mismas coordenadas de un mapa en el que no sabemos encontrarnos... Y así es un poquito la vida, como un concurso de a ver quién muere mejor. O más rápido. O algo parecido, no lo sé.
Tengo esa sensación de que nos estamos acostumbrando demasiado a hacer precipicios, a precipitarnos, a sonreír cuando nos disparan y decir que no nos ha dolido. A maquillarnos, a disfrazarnos y a quedarnos muy quietos cuando queremos escapar. A que se nos queden los "te quiero" en la punta de la lengua y terminen un día, o una noche, desangrándonos por dentro... Y así no vamos a ninguna parte.
Que yo solo quería deciros que lo más cerca que he estado de vivir fue aquella vez en la que, dándole las primeras caladas a mi primer cigarro, me atraganté con el humo... Y es triste que pueda llamarle vida a eso y no a todo lo demás. Y ya está.
Ojalá venga alguien y nos lleve a ver mundo o a ver camas. O a ver qué hacemos con toda esa felicidad que nos debe la esperanza.
Cerrad los ojos: yo no creo en los deseos, pero a veces sería bonito hacerlo".
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