domingo, 7 de abril de 2013

Todas las noches deberían ser como la de ayer.

Necesitaba muchísimo desconectar, salir a los bares, encontrarme con mis conocidos y lo mejor de todo; conocer gente nueva. No encontraba el momento ideal: o estudiaba, o estaba con la familia, o no había ánimo... ¡Pero lo encontré! Para muchos puede ser algo prescindible, algo que odian, o, simplemente, algo que nunca han probado. Pero para mí es vital. Para muchos puedo parecer una desfasada o la típica que le cuesta "lanzarse" y darlo todo, y no están muy equivocados: hay días y días, y ayer desde luego que de lo segundo tuve poco. Es increíblemente agradable esa sensación de, como acostumbramos a expresarnos los jóvenes de hoy en día, "buen rollo". Cuando hacen un círculo en mitad de la pista y entramos uno a uno a bailar, cuando le pides tu canción preferida al DJ y te la concede, cuando te vas a pedir una copa y te suelta cualquier tontería el típico "graciosillo", cuando te echan del bar y todos se ponen a gritar (especialmente los conejeros con el típico: "Que bote, que bote, que bote Lanzarote"), cuando te quedas en la calle conociendo a miles de personas, intercambiando miradas, sonrisas, números, redes sociales...; cuando te vas a casa con un dolor de pies increíble y con una voz de camionera que te llega a asustar... 

En fin, cuando realmente eres feliz.
Porque la felicidad no sólo la encuentras en los momentos típicos: un paseo con amigos, un cine con tu mejor amiga, un almuerzo familiar... Esos momentos son especiales y felices, pero también lo son (al menos para mí) esos otros que mencioné anteriormente.

Sé que en breve volveré a dejarlo de lado, pero verano... ¡Créeme que disfrutaré de ti, y de mi querida Lanzarote también!

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