¿Quema más lo caliente o lo frío?

Tu fortaleza para demostrar que nada te afecta y mi valentía para hacerme la fuerte. ¡Vaya combinación!

Añado a mi libreta, una vez más, otro punto. Pero no es un punto y final, porque siempre he pensado que así será pero vuelvo a caer, por suerte o por desgracia... Simplemente es un punto más para la colección.

Tal vez te hayas desentendido de todo, tal vez ya no sepas nada (que por saber, seguro que ya no te sabrás ni mi nombre). Pero yo, como siempre, soy la última en todo, sobre todo en olvidar.

Te sigo esperando. Los atardeceres... Bueno, ¿qué te voy a decir de los atardeceres? Ya no son cálidos, ahora son los más fríos de mi vida (y eso que aún no es invierno en esta ciudad). Ya tampoco me emocionan para bien, sino todo lo contrario. Te sigo esperando, aunque ya no en el muro de siempre a las 21:30, ahora te espero a cualquier hora en cualquier lugar. Pero tampoco te mando un mensaje preguntándote si te vas a retrasar, porque sé que sí. Y demasiado.

Menos mal que tengo ruido a mi alrededor y gente soltando tonterías por la boca para tener con qué entretenerme...

Y te juro que no sé... No sé qué es lo que hago para acabar siempre así. Porque supongo que seré yo, supongo... O eso es lo que me han hecho ver siempre. ¿Recuerdas cuando eras pequeño/a y tu tutor/a te dictaba un texto? Que tu letra al principio era perfecta, y al finalizar parecía letra de doctor... Pues así es como empiezo y acabo yo siempre. Empiezo como nunca, y acabo como siempre...

Existen momentos de frío y lluvia internos que no los amansan ni el abrazo más sincero. Existen palabras que no cosen heridas, que las apoyas pero no surgen efecto. Existen lágrimas que no te desahogan, sino que te dan más ganas de llorar.

Y luego existe lo bueno, cuando todo sale bien. No saben cuánto les envidio... Cuánta gente feliz a mi alrededor, cuántas personas que desconocen lo que es un desamor, cuántas personas amadas y amando...

Me cuestiono algo: ¿qué quema más, lo caliente o lo frío?