Noches como esa necesito más en mi vida.
Noches en las que a través de una webcam vuelvo a vivir. Y todo el estrés, agobio y malos pensamientos desaparecen sólo con ver a mis tres personajes. Noches en las que el dolor de espalda se sustituye por el dolor de mandíbula de no parar de reír. Noches que necesitabas tanto, que cuando te das cuenta ya han pasado 3 horas, y que te cuesta muchísimo despedirte.
Noches especiales, en las que deseas un teletransportador...
Queda menos.
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