Seamos realistas: nos despertamos cada día con la única ilusión de que algo o alguien cambiará nuestras vidas a mejor, y para siempre. Y así, al final de cada día, nos dormimos desilusionados, casi derrotados, pero manteniendo esa ilusión que quién sabe si se cumplirá como muy pocas, o no, como tantas...
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