miércoles, 12 de septiembre de 2012

Adiós, Lanzarote. Hola, Tenerife.

Últimamente, cada vez que pasaba por ese aeropuerto, sentía que el corazón se volcaba. Los días pasaron igual de rápido que si de las gotas de la lluvia se tratase. Y la necesidad de ampliar ese poco tiempo que me quedaba para aprovecharlo totalmente con las personas especiales de mi vida, fue nula. Me agobiaba tener que hacer una maleta con cosas innecesarias, y no con lo más necesario para mí: ellos. Pero en el fondo, no me quedaba ninguna otra opción... Nadie podía hacer nada.

Llegó el día, y no me sentía preparada, pero aún así saqué fuerzas (sin saber ni siquiera que aún me quedaban). Mas en cuestión de minutos, comencé a flaquear... No es fácil ver cómo llora tu madre siendo conscientes todos de que pasarán meses y no nos veremos. Pero tampoco es fácil para mí hacerme la dura si ella, me da un abrazo y rompe a llorar.... Ella, que realmente la conozco de hace un año, pero me ha llenado tanto en tan poco tiempo y me ha demostrado tanto, que jamás podría olvidarla. Pero no voy a empezar a nombrar a personas, porque no acabaría pronto.

Llegó la hora, tocó tragar lágrimas, intentar bajar el nudo de la garganta y poder caminar. De verdad, créeme: es verdaderamente difícil la ausencia. Saber que tienes gente a tu alrededor capaz de ayudarte y de darte cariño, pero que realmente te sientes sola... Que te faltan tus padres, tus amigos, tu familia, tu hermano... Y personas tan importantes como tus abuelos, que lamentablemente ya no están presentes, no puedan saber que su nieta ha llegado tan lejos... Sin embargo, es así. Un día tenía que ocurrir, y así ha sido.

Tampoco está nada mal todo esto... Nuevas caras, nuevas voces, nuevos abrazos, nuevos lugares, nuevo ambiente... Todo es nuevo ahora. Y eso me gusta bastante. Necesitaba un cambio de 360º.

Y me falta el último: cambiar yo. Dejar de ser tan pesimista, negativa... Intentar tener un poco de esperanza al menos en las cosas (una meta muy difícil de conseguir, pues llevo 18 años así...). Solo espero que las cosas me vayan bien, confiar en mí misma y saber que si he llegado hasta aquí, podré llegar hasta allá: estar totalmente formada para comenzar en el empleo. Y también espero que la situación de este país mejore.

Siendo franca: echo de menos mi isla... Que en una semana que solo llevo aquí, no he parado de desear que llegue ya diciembre, o que me regalen un vuelo para irme de aquí. Pero sé que podré aguantar y que cuando me vaya a dar cuenta, ya estoy de vuelta. Allí dejo miles de personas, miles de recuerdos, miles de lugares importantes, miles de lágrimas y de sonrisas, miles de arrepentimientos, miles de miedos, miles de ilusiones y esperanzas... Pero, ¿y lo que está aquí? Tanto bueno como malo... Eso no lo sé, por eso me quedaré para disfrutar, ponerme a prueba, madurar en todos los aspectos existentes y para descubrirlo.

Espero que me des suerte, Tenerife.

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