jueves, 1 de marzo de 2012

De lo que fuimos, a lo que somos.

Quizás la pregunta que más sintetice toda esta parrafada sea: "¿qué nos ha pasado?" A lo mejor no me entenderás, pero lo comprendería. Todo es muy... inexplicable.

Soy una estúpida. Sí, lo soy. Porque mientras yo estoy aquí, tumbada en la cama, escribiendo en un DIN A4, quedándome sin lágrimas y acompañada del calor de mi pequeña gata negra, ninguno de estos recuerdos pasarán por vuestra mente. Playas, campos, cumpleaños, museos, actuaciones, viajes, actividades, etc. Y todo eso, juntos. Es triste reconocer cómo una piña se ha ido desgranando poco a poco con el tiempo, y que ahora de esa piña solo quede el tronco, pasando frío en este largo y duro invierno. Pero más triste es aún llegar a darme cuenta de que en realidad, yo fui la única que le puso interés, importancia y empeño a todo esto.

Me encuentro en medio del océano, sola, nadando a contracorriente. Y me ahogo. Me ahogo tanto que ya no sé si es el mar lo que trago o si son mis lágrimas, igual de saladas que cada gota de mar. Pero es ahí cuando despierto y vuelvo a la realidad.

Recuerdo miradas, sonrisas, carcajadas, gestos, abrazos, compañerismo y, como ya dije, muchos recuerdos... Pero, ¿por qué lucho si nada será igual? ¿Por qué recuerdo si es peor? ¿Por qué miro las fotos que me quedan si me estoy haciendo daño a mi misma? Porque soy estúpida. E ilusa, muy ilusa.

Firmamos una promesa que nadie recuerda, porque nadie la cumplió. Y es por eso por lo que me duele, porque jugaron conmigo, pero sigo recordando todo. Es inevitable. De lo que llamábamos amistad, y de lo que somos; auténticos desconocidos. Afortunadamente, con todas esas caídas he aprendido que para tener amigos así, mejor quedarme sola. El problema es que tengo pánico a que lamentablemente vuelva a suceder la misma historia en la actualidad.

Gracias por todo. Y por nada, supongo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario