Me encuentro a escasas horas del 23 de abril.
Últimamente ya no encuentro nada que me inspire... Pero eso es lo de menos.
En realidad hoy tampoco estoy inspirada, pero necesito desahogarme. Muchas veces, ni los mejores paseos, ni los mejores amigos, ni los mejores ratos ayudan a expulsar todo del todo...
Volviendo al tema: no quiero que sea 23 de abril. Esta vez no.
No tengo ilusión por cumplir 19 años. Es más, me parece patético... Mañana seré la misma que hoy. No cambia nada, sólo el número. Y eso de ilusionarse por tener otra edad, resulta un tanto infantil.
No quiero que sea 23 de abril porque no voy a despertar en esa habitación que me ha acogido desde que tenía 7 años. No quiero que sea 23 de abril porque lo primero que vea al despertar no va a ser mi madre... Tampoco podré enfadarme con ella por despertarme temprano cantándome la típica canción "Cumpleaños feliz" mientras me da un beso... ¿Y qué decir de mi padre? No podré "picarme" con él porque lleva toda su vida confundiéndose con la fecha de mi cumpleaños y con mi edad, que según él llevo cumpliendo 15 años desde hace años... Podré hacerlo, pero mediante un teléfono.
No quiero que sea 23 de abril porque este año será distinto. Tampoco tendré al imbécil de mi hermano sacándome de quicio. No quiero que sea 23 de abril porque me faltan muchas cosas y muchas personas aquí.
Tampoco digo que no vaya a ser especial... Posiblemente lo sea, no lo sé. No tengo esperanzas porque ya no creo en nada. Pero igual también será especial... Pero no del todo. No con la misma sustancia. No con el mismo toque.
Es que, ¿no lo entiendes? No estarán ellos, ni ellas, ni él... No estará mi odiado (pero apreciado ahora) clima... No estarán las mismas vistas. No, no habrá nada de eso...
Pero por otro lado, date cuenta de que un año más, es un año de más experiencias... Y estás aprendiendo que todo no lo podrás tener siempre, Elena. Que hay cosas que hay que esperar, y hay cosas que tienes que aceptar que las has perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario