El hecho de que no te vería hasta el próximo año me entristecía cada día más. ¡Quién pudiera volver atrás! Hasta hace... Un año, por así decirlo. Cuando después de nuestras incontables peleas diarias, a los cinco minutos venías cual "viejo verde" a hacerme rabiar. Y claro, yo... ¿Yo qué podía hacer? No te lo podía echar en cara; solo me dejaba llevar y acababa olvidando todo por mucho coraje que me hubiese dado en su momento.
Y, ¿sabes cómo son ahora las cosas, cuando te tengo a kilómetros, cuando solo puedo hablar contigo una vez por semana, cuando tengo que preguntar a otras personas por ti para saber qué es de tu vida...? Ahora todo es muy distinto, sí. Ahora daría mi vida por vivir retrocediendo, por ver qué cara pusiste en mi nacimiento y sobre todo por volver a ser feliz aunque solo tuviese de vida dieciocho años más. Me daría igual, lo juro.
Pero el destino es así... Nunca sabrás de antemano a quién te pondrá en tu camino, o a quién te quitará de él (por los motivos que sean). Lo único que sí sé es que al final no tendré que esperar tanto para verte y volver a discutir a cada momento, solo tendré que esperar dieciséis días. Y que igual no comenzaremos el año en presencia, y que tal vez tu cumpleaños lo "celebrarás" allí, pero...
Tan solo por el simple hecho de que te veré tres días, ya hace que estas Navidades sean un poquito más dulces y suavicen esta amargura.
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